A principios de 2013 libré una batalla periodística a favor de un campesino en Santa Elena, Medellín. No solo la perdí. También la guerra entera ya estaba perdida. Pero logré pegar un grito, igual, sobre lo que le venía a Colombia pierna arriba. Su buena patada logré conectarle al sistema, aunque también me cascó. Hoy, agosto de 2013, un puñado de meses y todo el sector agrícola en paro, me dan la razón. También era el inicio de este blog, sin saberlo entonces.
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